La senolítica, la revolucionaria promesa de la limpieza celular
A medida que envejecemos, las células viejas se acumulan y dañan el organismo. ¿Y si pudiéramos limpiarlas?
¿Y si, al envejecer, pudieras dejar tu corazón como nuevo? ¿Y tu cerebro? ¿Y todas las demás partes del cuerpo que envejecen? Eso es lo que promete uno de los principales protagonistas en la búsqueda de la longevidad: los senolíticos.
«Senescencia» significa el proceso de envejecer, mientras que «lítica» significa anti. Senolítico, literalmente, es antienvejecimiento.
Las células senescentes son malas influencias para las células fuertes; las envejecen, como una manzana podrida puede contagiar la podredumbre a todo un cuenco. Por eso la senolítica es tan prometedora: funciona deshaciéndose de los gamberros que hacen que las células sanas se pasen al lado oscuro.
Desde 2008 se trabaja con creciente intensidad en la reversión del envejecimiento mediante la «hipótesis senolítica». La misión básica: utilizar agentes senolíticos (algunos sintéticos, otros naturales) para cosechar células viejas y dañadas (llamadas células senescentes o seniles) con el fin de ralentizar los procesos de envejecimiento.
Por ejemplo, científicos de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) infundieron continuamente sangre de ratones jóvenes a ratones viejos, y descubrieron que los ratones viejos funcionaban como si fueran jóvenes. Uno de los efectos fue que aumentó el número de células madre y sus factores de crecimiento en los ratones viejos. La teoría es que las células seniles permanecen en el organismo, aumentando su número a medida que envejecemos, contribuyendo a la inflamación y, lo que es aún más destructivo, segregando sustancias que vuelven senescentes a las células sanas vecinas.

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Una promesa juvenil
Un estudio realizado con roedores en la Clínica Mayo parece prometedor para un futuro humano de los senolíticos. Una foto del estudio mostraba a dos roedores ancianos, ambos de la misma edad, de la misma camada, y con profundas diferencias entre ellos. El que había envejecido de forma natural estaba encogido y parecía viejo, mientras que el otro, que había recibido tratamiento senolítico, tenía el ánimo de una animadora. La diferencia era evidente desde fuera, y eso sin contar los cambios que se producían en el interior.
Otros investigadores han informado de que el tratamiento con senolíticos cambia tanto la sangre que las ratas mayores que reciben sangre de ratas jóvenes pasan de tener 109 semanas a tener 30 semanas. En la actualidad, se están llevando a cabo experimentos prometedores con senolíticos en todo tipo de partes del cuerpo animal, desde la restauración de la visión hasta la fijación de discos en la columna vertebral.
Pero las implicaciones de los senolíticos para el corazón y el cerebro son las más interesantes. Las células que bombean el corazón necesitan una sincronización precisa para transportar la sangre por todo el cuerpo con la máxima eficacia. A medida que envejecemos y nuestras células envejecen, esa sincronización puede desajustarse, provocando efectos peligrosos para la salud, como insuficiencia cardiaca o líquido en los pulmones. Senolytics ofrece la promesa de una mejora general del corazón al restaurar la función juvenil de las células que lo hacen funcionar.
En estudios realizados por investigadores de la Clínica Mayo, dos fármacos aprobados para otros usos parecen tener un efecto senolítico sobre el corazón. Combinados, extraen y eliminan las células viejas, permitiendo que las células vecinas recuperen su función normal y mejoren la capacidad de bombeo sanguíneo del corazón.
Retos de la investigación
Uno de los grandes retos del estudio del envejecimiento es el siguiente: el envejecimiento es en realidad un cúmulo de enfermedades, procesos, afecciones y errores del sistema que provocan la pérdida de años y de calidad de vida.
En última instancia, por supuesto, la muerte es el punto final del envejecimiento. Pero para estudiar cualquier tratamiento, los investigadores necesitan un punto final específico o un marcador de éxito o fracaso. Por eso se estudian tratamientos como los senolíticos en afecciones como la artritis de rodilla o el dolor de espalda, o las células madre en pacientes con insuficiencia cardiaca; los resultados pueden medirse en resultados tangibles y específicos.
Los investigadores no pueden medir el momento de la muerte de una persona porque no hay forma de saber con precisión cuál habría sido el momento de la muerte alternativo con o sin el tratamiento. Y para estudiar la muerte en una población, habría que esperar a ver si ese fármaco, o tratamiento, o cambio de estilo de vida, como el ayuno intermitente, afecta realmente a la edad a la que muere la gente, lo que llevaría más años de los que tienen la mayoría de los científicos.
Así que, de momento, habrá cierta extrapolación: por ejemplo, si los senolíticos pueden revertir la artritis, ¿podrían aplicarse al envejecimiento en general? ¿Podría inyectarse en el cerebro el fármaco senolítico que eliminó la inflamación y el dolor de rodilla para prevenir el deterioro de la memoria?
Ésa es la promesa de este tratamiento, que, si funciona, podría estar disponible en Estados Unidos tras su aprobación por la Administración de Medicamentos (FDA) en algún momento de 2026. Si añadimos los tratamientos senolíticos para las articulaciones de la espalda, las rodillas, el corazón y los pulmones, o el cerebro y los ojos, podríamos rejuvenecer otros 12 años antes de 2030.
fuente: nationalgeographic.com